Hoteles en Edimburgo

Durante décadas, este imponente edificio de piedra fue la sede del periódico nacional, cuyo nombre está grabado en oro en el exterior. Desde aquí, puedes salir a explorar la ciudad y vivir tus propias historias, ya que la estación de Edimburgo-Waverley, las National Galleries y la avenida Royal Mile están muy cerca.

El hotel sigue siendo uno de los puntos de referencia de la ciudad. Es perfecto para aquellas personas a las que les gusta la tradición porque conserva detalles originales, como la escalera de mármol verde y blanco y las vidrieras. Donde antes sonaba el ruido de las máquinas de escribir, ahora todo es paz y tranquilidad: las oficinas se han transformado en dormitorios con paneles de madera en tonos blancos y grises.

Comer aquí puede ser una verdadera experiencia. El Grand Café se ubica entre las altísimas columnas del edificio original de 1905, aunque platos como los ñoquis de ajo y perifollo sin duda confundirían a los periodistas de la época. The Hide, con sus banquetas de cuero y sus candelabros, es más íntimo, sirve snacks y cócteles, y suma aún más encanto histórico al Scotsman.

Este hotel es completamente único y tiene ese toque divertido que todo el mundo esperaría de Sir Richard Branson, el dueño del complejo. Está ubicado en el casco antiguo, justo en los emblemáticos India Buildings de la era victoriana. Tiene una cúpula de vidrio bellamente conservada y una biblioteca con una interesante colección de libros y obras de arte de lo más extravagantes. En cuanto al diseño, por supuesto, el rojo típico de Virgin no puede faltar, pero también encontrarás muchos muebles de madera en tonos claros y alfombras marroquíes. Por su lado, cada habitación tiene su propio diseño individual. Si tengo que elegir mis favoritas, la Edward’s Suite tiene escalones desde el salón hasta el dormitorio y vistas a Cowgate; otra de las suites está inspirada en el riad de Marrakech de Branson, con telas gruesas y lámparas de metal.

No te puedes perder el restaurante y el bar, que merecen una mención aparte. Prueba cócteles como el Breakfast in the Highlands (whisky, jerez y miel) y platos como la langosta thermidor, la alcachofa de Jerusalén con trufa de verano, y la piña con pimienta de Madagascar.

Si haces un tour guiado para descubrir los lugares históricos de Edimburgo, el guía seguramente te hablará de The Balmoral. Los habitantes de la ciudad llevan décadas poniendo sus relojes en hora gracias a su torre del reloj, que mide 58 metros. Es un edificio casi tan famoso como algunos de los huéspedes que se han alojado en él.

Sin embargo, a pesar de su historia, el hotel siempre ha sabido adaptarse a los tiempos. Sus habitaciones se han renovado con colores inspirados en la típica campiña escocesa cubierta de brezos. También se ha hecho espacio para un bar de whisky que es ideal para los días lluviosos. Hay un restaurante de alta cocina en el sótano que sirve platos artísticos. Sin embargo, prefiero la brasserie de arriba, que ofrece platos más ligeros en su menú franco-escocés (pato asado con remolacha, tartiflette, profiteroles de helado).

En cuanto a las habitaciones, vale la pena pagar un poco más para tener vistas al castillo o al casco antiguo. Al fin y al cabo, este es un hotel para una ocasión especial. ¡Nos vemos en el patio de palmeras para tomar el té!

Anteriormente conocido como The Dunstane Houses, este hotel tiene un encanto especial de la época victoriana y es uno de los mejores alojamientos del West End de Edimburgo. Además, parece toda una joya escondida. Debajo de la cornisa original del edificio de la década de 1850, se esconden terciopelos suaves, cojines de tweed, papel pintado de pavos reales y alfombras persas. Las habitaciones más grandes, amuebladas en tonos naranjas y grises, tienen camas con dosel y bañeras de cobre. Vale la pena pagar el extra, ya que este es un hotel en el que realmente vas a querer pasar tiempo.

A pesar de que el centro de la ciudad esconde una interesante escena gastronómica, recomendaría quedarse a cenar aquí. Te sorprenderá la creatividad del menú. Prueba el ciervo con batata y ruibarbo y no te pierdas la tarta de queso con ciruela y jengibre (el toque del jengibre combina perfectamente con la ciruela y la nata). Entre los snacks, destacan los saquitos de morcilla escocesa vegetariana y los bollitos de patata con salmón ahumado.

Siéntate en el bar después y el camarero te enseñará cuáles son los whiskies más raros del país.

Conocido en la ciudad como The George a secas, este es uno de los hoteles mejor valorados de Edimburgo. Corría el peligro de quedarse desfasado, pero lo renovaron hace poco y le quitaron el tartán (en todos sitios menos en la falda del conserje) y modernizaron el interior.

Las habitaciones están decoradas con muebles en color crema y terciopelo. Las que están en los edificios originales del siglo XVIII tienen los techos altos de la época (y me gustan más que las que tienen vistas).

Por supuesto, también puedes tirar la casa por la ventana y reservar una habitación con vistas a la ciudad. Merece mucho la pena porque puedes ver George Street e incluso el fiordo del río Forth. Esta parte de New Town es bastante movidita y tiene bares y restaurantes, pero The George se defiende bastante bien gracias a su Burr & Co, que sirve snacks, y el original Le Petit Beefbar, donde encontrarás su famoso sándwich de ternera.

¿Qué hotel tiene las mejores vistas de Edimburgo? Hay bastante competencia, pero este apartahotel ubicado en un antiguo banco en St. Andrew Square bien podría llevarse el título. Los interiores son muy llamativos: el suelo del vestíbulo de estilo Art Deco es de mármol blanco y negro, las bóvedas son las originales del banco de la década de 1940 y las ventanas están grabadas a mano. Sin embargo, el verdadero atractivo de este lugar son las vistas desde los apartamentos. Desde aquí se ve George Street, con la torre del reloj de The Balmoral a lo lejos.

El hotel tiene de todo, desde pequeños estudios hasta un ático con capacidad para seis personas, lo que lo convierte en una opción ideal para familias. Y aunque no es un hotel tradicional, hay un conserje que puede ayudarte y un centro social llamado The Register Club que sirve desayunos y cócteles (recomiendo The Kick, una mezcla de ron, cerveza negra y expreso).

Y, además, hay un Hawksmoor en la planta baja al que puedes acudir cuando tengas hambre.

Al contrario que algunos de los hoteles más opulentos de Edimburgo, el Market Street Hotel tiene un estilo minimalista gracias a sus muebles de estilo escandinavo que nunca pasan de moda. Se inauguró en 2019 y tiene una ubicación envidiable entre la Royal Mile y la estación de Edimburgo-Waverley. Por lo tanto, lugares como la Fruitmarket Gallery, el Museo de los Escritores y el Edinburgh Dungeon están muy cerca.

El diseño contemporáneo incluye detalles cuidadosamente pensados, como persianas correderas de roble en lugar de cortinas, muebles de mediados de siglo, parquet con estampado de tartán y lavabos de mármol negro en los baños. Además, después de un día explorando la ciudad, no hay nada mejor que regresar y acercarse al salón Champagne para disfrutar de unos canapés y una copa de champán mientras observas las vistas que te regala la azotea.

En Edimburgo, cada vez hay más alternativas frente a los antiguos hoteles revestidos de tartán. Y este apartahotel es una buena prueba de ello. Si bien su exterior es de pura piedra de la época georgiana, una vez dentro encontrarás un vestíbulo lleno de luz y decorado en malva, verde y rosa, con sillas de mimbre y plantas.

Es un lugar tranquilo donde reina el orden y hace las veces de coworking, aunque las familias y las personas más mayores se sentirán como en casa. El Hyde & Son de la planta baja, inspirado en la famosa historia de Robert Louis Stevenson, es una cafetería durante el día y un bar de cócteles por la noche.

Por su parte, los 72 apartamentos tienen una estética similar: combinan las paredes blancas con toques de color, como las lámparas de pie, y están totalmente equipados con cocinas, mesas de comedor y sofás. Algunos tienen un sofá cama para niños. Las National Galleries y el castillo están a solo unos minutos de distancia.

Tallado en piedra roja, el Waldorf Astoria lleva en Princes Street desde 1903. Es un hotel de lujo a gran escala, con amplias escaleras, mucho mármol y más de 200 habitaciones de todas las formas y tamaños.

Es muy fácil pasar todo el día aquí explorando los diversos salones y restaurantes. Por ejemplo, en Peacock Alley se sirve el desayuno y el té de la tarde y es muy popular para celebrar ocasiones especiales. Por otro lado, Grazing by Mark Greenway acaba de crear un menú degustación llamado «100 Mile» para defender el uso de productos locales.

El hotel también tiene el spa que más me gusta de Edimburgo. Sus tratamientos para el cuidado de la piel y los rituales corporales son muy famosos. Su piscina cubierta también es muy popular, ya que es el único lugar de la ciudad desde donde puedes ver el castillo mientras te das un chapuzón.

Quizá no lo parezca por su aspecto, pero este es uno de los mejores hoteles de Edimburgo. Por dentro, es un espacio cálido y luminoso que ofrece un auténtico escapismo hotelero. El diseño interior está inspirado en la aviación clásica y los lofts típicos de Nueva York. Hay ascensores forrados de cuero que te llevan a las habitaciones, las cuales tienen paredes de ladrillo visto, fotografías antiguas y camas muy cómodas.

El bar-restaurante tiene una parrilla y una carta de cócteles: es el lugar ideal para disfrutar de un buen bistec y un martini frío. El marisco, el queso de cabra crujiente y el calabacín asado también son muy recomendables.

En cuanto a la ubicación, este no es el mejor lugar si quieres visitar todos los lugares más famosos de la ciudad o si viajas en familia, pero está cerca del puente de Forth y la Dalmeny House, y muy bien conectado con el aeropuerto.