Hoteles en Praga

Cuando se trata de los mejores hoteles en Praga por su ubicación, el Four Seasons lo tiene todo. Lo tienes al lado del río Moldava, frente al Castillo y al Puente de Carlos, que está justo aguas abajo. Es obvio que las habitaciones con vista al río son las mejores, aunque también puedes disfrutar de la escena desde la terraza de verano y el restaurante Cotto crudo, que ofrece cocina italiana refinada (platos destacados: crudo de atún, espaguetis con cangrejo azul).

El hotel fue creado a partir de tres edificios que abarcan los períodos neoclásico, barroco y neo-renacentista, aunque las habitaciones comparten una estética de rayas, estampados florales y mármol.

El vestíbulo hace las veces de galería para artistas checos como Petra McGrath, mientras que en la planta baja hay una boutique que vende cristalería checa. Lo mejor de todo es un viaje en el Riva del hotel, con el Capitán Stefan al mando, quien te contará todo lo que sabe sobre el río. Es una buena opción para familias, pero también la mejor elección para románticos.

Es, seguramente, uno de los mejores hoteles de Praga si buscas tranquilidad. Ubicado detrás de los muros de un antiguo monasterio (no conocido precisamente por el bullicio), está a un breve paseo del Puente de Carlos pero es como si perteneciera a otro mundo, en el tranquilo distrito de Mala Strana cerca del Parque Kampa.

La última vez que me quedé, vagué por claustros iluminados y bajo altos arcos y apenas vi un alma. Pero hay un ambiente animado en el bar (pide un Schnauzer de Havel, hecho con el aperitivo checo Becherovka) y en el restaurante, que recientemente ha sustituido los sabores asiáticos por recetas locales.
Las habitaciones cuentan con arañas, pinturas antiguas y piezas de destacados fabricantes de vidrio ubicadas debajo de techos abovedados blancos.

Es toda una lección de historia ambiental, con el spa que ocupa la capilla del siglo XIV —el suelo original se puede ver bajo el vidrio— y hallazgos arqueológicos de la restauración dispuestos a lo largo de un pasillo.

Este es uno de los mejores hoteles en Praga por su ambiente social. Otrora sede de una empresa de seguros, ahora es mucho más divertido en su nuevo papel como centro activo para lugareños y huéspedes.

Está lleno de detalles coloridos y brillantes, pues se ha contratado a diseñadores y artistas locales para obras de arte e instalaciones de diseño. Estas van desde cerámica con forma de seta hasta cristalería con forma de globo, mientras que los motivos recurrentes de la nariz de león, la espada y el ala de pájaro aluden a la leyenda bohemia del Príncipe Bruncvik.

El bar, famoso por el uso de perfumes para analizar tu tipo de cóctel, conduce al restaurante, que combina platos japoneses y checos, como tataki de atún y pollo karaage por un lado, y knedlíky de patata y svíčková de conejo por el otro.

Si hubiera que describir las habitaciones, utilizaría Art Déco contemporáneo; mis favoritas son las suites Wintergarden, que tienen rotondas octagonales separadas con una chaise longue y vistas panorámicas.

Más apartotel con alta tecnología y espacio de coworking que un hotel tradicional, esta es una gran opción para huéspedes a largo plazo a quien no les importa demasiado tener un conserje y para familias que valoran los estudios con cocina y zona de comedor.

También ayuda a la causa que sus propietarios, la familia Meinl, sean nombres conocidos en la República Checa, ya que fundaron su negocio de café en la era del Imperio austrohúngaro. Y que el famoso diseñador italiano Matteo Thun haya reimaginado el edificio neoclásico, creando luminosas habitaciones con madera natural, mármol y una paleta de colores otoñales.

Me gusta la sensación de espacio del hotel y su carácter hogareño: me encanta poder usar la lavandería a través de una app y tomar un café en la cafetería del vestíbulo antes de salir al cercano Museo Mucha. La propiedad, situada en la tranquila Plaza Senovazne en la Ciudad Nueva, está a solo un corto paseo de los lugares de interés, lo que lo convierte en uno de los mejores hoteles de Praga para explorar.

Divisarás el Café Imperial antes del propio hotel, pues está situado en una esquina de la Ciudad Nueva y se distingue por las figuras de estilo egipcio antiguo talladas en el exterior. Suele estar lleno de lugareños y viajeros curiosos que se asoman para mirar las columnas blancas y doradas y los mosaicos de Art Déco en los techos y paredes.

Mientras tanto, los camareros pasan con platos de ñoquis de trufa y paté de hígado de ganso (es uno de varios restaurantes dirigidos por el famoso chef Zdeněk Pohlreich). De todos los mejores hoteles de Praga, este es el más llamativo: un verdadero relicario de la Era del Jazz con color y motivos en casi todas las superficies.

Las habitaciones son menos espectaculares, pero fueron renovadas recientemente y continúan la temática con cabeceros en forma de abanico y diseños de plumas. Si puedes, elige una suite en esquina. Incluso el gimnasio es una obra de arte.

Praga es una de las pocas ciudades en que es posible alojarte en el centro y aún así sentirte apartado. Un ejemplo de ello es uno de mis favoritos, el Josef, que toma su nombre del histórico distrito judío. En contraste con la arquitectura pesada que lo rodea, este es un espacio luminoso de vidrio y acero con una nube de coloridas mariposas revoloteando en su lobby todo en blanco.

Diseñado por la arquitecta checa Eva Jiricna, fue renovado en 2024, cuando se añadió una ventana al jardín en el lobby y muebles nuevos a las habitaciones (las mejores vistas las tienes desde el Rooftop Lounge y las habitaciones Josef Castle View), que presentan nombres de diseño como Flos, Vitra Eames y sillas Baleri —me encanta la silla giratoria Moustache.

Si bien no hay restaurante, este es uno de los mejores hoteles en Praga por su desayuno. Entre sus opciones destacan el pan de masa madre y los croissants caseros, que saben incluso mejor en el jardín en verano.

El Alcron es otro de los mejores hoteles en Praga, y forma parte de la vida social de la ciudad desde que se inauguró, cerca de la Plaza de Wenceslao, en 1932, con un diseño inspirado en los transatlánticos de la época. El vestíbulo es una elegante exhibición de mármol checo, con columnas verdes y suelos de cuadrados blancos, así como obras de pintores locales.

El bar es uno de mis favoritos gracias a sus originales interiores en Art Déco y a una lista de cócteles inspirada en anécdotas de la historia del hotel: algunos de los invitados anteriores son Ella Fitzgerald y Winston Churchill. Todo el lugar fue renovado en 2023 y añadió una nueva cafetería en la parte delantera.

Este es uno de los mejores hoteles en Praga por su restaurante, cuyo innovador menú centrado en plantas te ofrece una carta de presentación de los ingredientes checos. El salón de conciertos Lucerna está justo enfrente; echa un vistazo a la divertida escultura de David Cerna de la estatua de San Wenceslao.

Es fácil pasar delante del Boho sin darte cuenta. Situado en una antigua redacción de prensa, este hotel boutique compacto no busca llamar la atención, lo cual es parte de su encanto.

Detrás de su fachada de cristal y caoba se halla un espacio relajado y contemporáneo con muebles de estilo escandinavo, suelos de madera rubia y toques de color a base de cojines y mantas. Lo que le da carácter son las fotografías tomadas por su copropietario español, quien hizo un safari fotográfico por Praga utilizando una cámara estenopeica, útil para planificar un recorrido turístico.

El vestíbulo también hace las veces de bar; no hay restaurante, pero la sala de desayunos llena de plantas, que se extiende a un patio, es un sitio encantador para empezar el día. Pero el arma secreta del Boho es su spa en el sótano, un espacio dorado con una pequeña piscina y un hammam. Con estos servicios, es normal que el hotel destaque.

Este hotel, que forma parte de un conjunto de hoteles cerca de la Plaza de la República (véanse también Andaz, Boho y Julius), probablemente sea el más tradicional, ubicado en un palacio barroco del siglo XV. Y a pesar de estar en el centro de la ciudad, en realidad es como un hotel de campo, con pavos reales deambulando por el jardín y una fuente con cabeza de león.

Este es uno de los mejores hoteles de Praga si buscas mimarte el fin de semana. Pide el té de la tarde y disfruta de largas siestas antes de darte un masaje en el spa. Bajo su candelabro de color rojo dragón, el restaurante sirve ingredientes checos con un toque refinado, como espárragos frescos con trufa y milhojas de patata.

Hay mucho espacio en las habitaciones, que están amuebladas con lujosas telas color borgoña y tienen vistas de la antigua Puerta de la Pólvora. La mejor es la Suite Bohemia de dos dormitorios en el último piso, cuyas panorámicas desde la bañera son impresionantes.

Hay excelentes vistas desde muchos hoteles aquí, pero creo que las del mirador de la azotea en el Aria son realmente especiales, entre las chimeneas mirando hacia el Castillo.

Situado en el distrito de Mala Strana, el Aria da la sensación de haber crecido orgánicamente a lo largo de los años, con toques personales como la colección de arte del propietario, incluida una estatua de Dalí, lo que le da un toque peculiar e individual. También es uno de los mejores hoteles de Praga para disfrutar de la música, pues el luminoso vestíbulo cuenta con un piano de cola y un conserje musical.

Cada habitación (todas decoradas tradicionalmente con antigüedades y sillones de terciopelo) lleva el nombre de un músico, desde los Beatles hasta Dave Brubeck y Dvorák. El restaurante Coda ofrece un menú checo creativo, si bien creo que lo más destacado es el acceso privado al jardín restaurado contiguo, una belleza barroca plantada en 1720.