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Los vuelos directos son muy cómodos, pero a veces la mejor forma de llegar a tu destino de larga distancia es haciendo una escala entre medias.

En los viajes largos, las escalas son una buena forma de hacer un descanso para estirar las piernas y, si son lo suficientemente largas, incluso para conocer una nueva ciudad. Además, si no te importa hacer escalas, puede que encuentres combinaciones más económicas que los vuelos directos. Si no te lo crees, visita KAYAK.es y comprúebalo por ti mismo.

Si vas a pasar mucho tiempo haciendo escala en un aeropuerto intermedio, estas son algunas de las cosas que te ocurrirán:

Pensarás en salir del aeropuerto

Cuando tu vuelo comience a descender y veas el horizonte de una ciudad nueva y emocionante desde la ventana del avión, habrá un momento en el que considerás salir del aeropuerto para visitarla. Pensarás: “Cinco horas, tiempo de sobra para ver algo de Dubái”. Sin embargo, pronto te darás cuenta de que el aeropuerto no está precisamente a dos pasos del Burj Khalifa y el riesgo de quedarte atrapado en un atasco de tráfico es suficiente para quitarte la idea de la cabeza. De todos modos, seguro que hace demasiado calor.

Harás trampas para utilizar el wifi

Has decidido sentarte cómodo y ponerte al día de lo que pasa en tu mundo gracias a internet. No obstante, para utilizar la red wifi gratuita del aeropuerto has de proporcionar tu información personal. En lugar de dar tus datos reales, seguramente optes por inventarte un nombre y una dirección de correo electrónico falsos. ¿Cómo de creativo eres a la hora de elegir un nombre ficticio?

Te refrescarás

La espera en el aeropuerto es un momento perfecto para hacerte un selfi, pero después de un vuelo de 8 horas seguramente no tengas tu mejor cara. No pasa nada: vete al baño y lávate la cara, cepíllate los dientes, retoca tu peinado y recupera horas de sueño con ayuda del corrector de ojeras. Si después de acicalarte durante unos pocos minutos, aún parece que no has dormido en quince días, confía en los filtros de la cámara del móvil para lucir resplandeciente en la foto.

Compartirás tu ubicación en las redes sociales

Lo primero es lo primero. Aunque los aeropuertos son técnicamente tierra de nadie y no son en absoluto un ejemplo realista del país en el que te encuentras, te verás obligado a compartir tu ubicación en tus redes sociales. “¡Mi primera vez en Hong Kong!”, escribirás mientras disfrutas de “delicias locales” como un Frappuccino de Starbucks y un trozo de pizza.

Te pasarás un buen rato buscando un enchufe

Hacerte el selfi perfecto en el aeropuerto te llevará más tiempo del que estás dispuesto a reconocer. A tus compañeros de viaje se les agotará la paciencia y se irán a dar una vuelta por las tiendas duty free, ¡pero a ti lo que se te está acabando es la batería! Es el momento de recorrer el aeropuerto hasta encontrar un enchufe libre. Por supuesto, todos los que están destinados a los pasajeros estarán ocupados, así que tendrás que conformarte con el enchufe que está oculto tras una papelera en la esquina de un pasillo.

Te gastarás demasiado dinero en comida

Pocas cosas dan tanta hambre como el aburrimiento, así que durante la espera te acabarás dirigiendo al restaurante más cercano para pedir una cerveza y un par de aperitivos a precios desorbitados. No importa que te hayan servido comida en dos ocasiones en el primer vuelo y que probablemente te dan de comer otra vez en el siguiente vuelo, ¡estás de vacaciones!

Comprarás algo que no necesitas

Para matar otra media otra, decidirás darte una vuelta por las tiendas duty free. No necesitas nada en particular y quieres guardar tu dinero para cuando llegues a tu destino de vacaciones. Pero, ¿cómo vas a desaprovechar la oportunidad de comprar esas gafas de sol tan bonitas con un 20 % de descuento? Antes de que te des cuenta te habrás gastado más de lo que pensabas y te prohibirás seguir mirando tiendas.

Mirarás el reloj muy a menudo

¿Se ha parado el tiempo? Al menos, eso es lo que nos parece cuando miramos el reloj una y otra vez cada 30 segundos. Llegará un momento en el que empieces a pensar que estarás en el aeropuerto de por vida.

Es hora de que mires la hora en tu móvil una vez más, ¡y ya van 70 veces!

Tendrás un momento de estrés

Después de un rato, te acabarás acostumbrando a tu nueva vida en el aeropuerto. Pronto te lo conocerás tan bien como si hubieses estado allí una eternidad (a decir verdad, después de cinco horas, probablemente sientas que ha sido así). Sabrás dónde hacen el mejor café, cuál es el mejor sitio para cargar tu teléfono y cuáles son los asientos más cómodos de la terminal. ¡Te sentirás como en casa! En ese momento, escucharás en megafonía que es la última llamada para tu vuelo… así que te tocará correr para no perder el avión.

Consejo de experto: ¿quieres evitar esta situación? Regístrate en KAYAK Trips. Aquí podrás acceder a toda la información de tu viaje y recibir actualizaciones en tiempo real sobre tu vuelo e información sobre la puerta de embarque para que puedas ir de un avión a otro sin estrés.

Por supuesto, tu puerta de embarque estará al otro lado del aeropuerto…

Llegarás justo a tiempo

Correrás y saltarás al estilo de Indiana Jones para superar los distintos obstáculos del aeropuerto: escaleras mecánicas, maletas, separadores de metal aparentemente inútiles… ¡Todo por llegar a la puerta de embarque a tiempo! Llegarás sudando… solo para ver que todavía hay cola. Se ha acabado el pánico: es hora de que te sientes y disfrutes del resto del viaje hasta tu destino final.

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